Eterno verano

Curiosamente este año he pasado parte de mis vacaciones en la playa.
Hacía mucho tiempo que no iba a la playa, me había quedado un mal sabor después que un domingo después de haber pasado todo el día en ella, esperaba cerrar el día con el hombre que amaba. Tonta yo, egoísta, inmadura y sobretodo, idiota. Pero no estamos para recordar los errores del pasado. En fin.
Este año, o mejor dicho el 2017, pasé un 31 de diciembre en Chincha, todo el día y luego el 1ero de enero nuevamente gozando en la playa sureña con algunas chicas de la oficina.
Después, para mis vacaciones de febrero, viajamos a Cancún con la Dra. Candio y conocimos más que la playa. Llegamos a la pirámide de Chichén-Itzá y conocimos otros lugares exóticos.
Para después de semana santa, pasamos un fin de semana en San Bartolo con la gente de la chamba, divertido, aunque luego nos trajo problemas...
Vinieron mis vacaciones de medio año y pasé el mejor verano de mi vida al otro lado del mundo,  tomando sol en el Mediterráneo.
2018 ha sido un año de playas... cuando en mis años anteriores he estado en la sierra del Perú disfrutando del frío. Por cierto, en semana santa del 2017 ya habíamos huído a Panamá y gozado en el Atlántico.
2018 sigue así, con cambios radicales, pero lo que más recordaré fue el Mediterráneo,  verlo de día, de tarde y de noche; con una estrella fugaz cruzando el cielo, tocando el mar de noche, cenando al lado del mar, viendo el sol caer entre las montañas y sobretodo, con esas amigas del colegio a las que nunca pensaste ver al otro lado del mundo.