Karaoke on the road

Iba durmiendo plácidamente en la Daewoo en mi camino de San Borja a Los Olivos, cuando me despertó de un sobresalto las notas de una canción criolla de esas bien de cantina. Iba yo adelante, en el tercer asiento detrás del chofer, y pude ver quien era.
Por segunda vez, este hombrecillo subía a la misma línea de bus conmigo dentro.
La primera vez quise tomarle una foto y no pude, en realidad lo hice, solo que estaba al final y habían caras poco confiables como para sacar el celular. Solo tomé una buena. Aún la conservo en el celular, pensaba postearla pero... solo se le ve la carita.
Sube con un amplificador, su mochila, dos canguros y una bolsa de caramelos, micrófono en mano, comienza a entonar una canción -la misma- y lógicamente que llama la atención.

A pesar de subir con todo, a la hora de pasar ofreciendo los caramelitos, desenchufa el micrófono, se lo enrolla al cuello, deja el amplificador al lado del chofer y se pasea por todo el bus.

Ahora, la gente tampoco le compra más por el show, lo tratan como a cualquier otro vendedor ambulante.

Supongo que a ellos también los despertó con su voz algo garrasperosa, típica de cantinero.

Estaba con algo de roche por tomarle la foto, pero ahora lo hice algo más descaradamente pues estaba delante y podía tomarsela mejor y además, la música era tan alta que... no se oiría el dichoso sonidito de la cámara del celular. Me he vuelto toda una maniática de la camarita xD

Bueno, yo seguí mi camino jateando en la Daewoo, despertando en la entrada de Covida porque el tío musical se subió en San Isidro y se bajó en Pershing, así que al menos, descansé lo suficiente.

En fín, cada uno se gana la vida honradamente... no?