Malditamente Fiel: Playa: Principio y Fín.

Una de las cosas que descubrí hace 3 años es que me gustaba la playa, si, definitivamente, en tiempo pasado, digamos que lo había dejado olvidado.

Claro que cuando era niña me gustaba más que ahora; luego, a medida que fui creciendo empecé a detestarla solo por la simple razón que no quería mostrar mis mondongos a medio mundo, claro, la adolescencia es una etapa jodida y más aún cuando eres gorda y todo el mundo te anda juzgando, empezando por casa. En fín.

Hoy, con más de 3 décadas de existencia, rumbo a las 3 décadas y media, con un hijo a punto de cumplir su primera década y con amigas de la misma edad con auto, puedo decir que he vuelto a hacer las paces con el mar.

El año pasado metí la pata poniendome engreída, queriendo rematar un lindo día de playa con las amigas viendo al hombre que amaba, pero bueno, él no me amaba de la misma manera ni quería rematar su día familiar conmigo.

Ni modo, esas cosas pasan. No puedo evitar recordar que en la playa empezó todo y gracias a ella, todo terminaba después. Ni modo. Playita, tú no tienes la culpa.

Hoy, segundo día playero de este verano, mi SEb y mis amigas nos fuimos al sur, lejitos, allá a Punta Negra, para encontrar justo hoy, la playa más llena de gente, con animadores y mucho cumbia, dos ahogados, un herido, muchas olas enormes, bastantes idiotas, cuatro choques, harto tráfico, un obsequio y sobretodo, paz.

SEb se acaba de dormir, tenía que aplicar una humectante y solo encontré una crema que me regalaron hace dos años para navidad. SEb está bronceadito, cansado, felíz y sobretodo, deseando cada día más que mamá tenga su auto rojo para ir a la playa.

Yo, debo terminar de chambear, pero la verdad, no me da la gana. Llevé mis exámenes a la playa para ir corrigiendo en el camino, mientras tomaba sol y de regreso. Algo avancé.

Pero si es cierto, cómo me gusta la playa cuando se pone el sol, entre las 5 y 7 de la tarde-noche cuando hay menos gente, se siente rico la brisa, el agua esta rica y das la vuelta y ves a alguien que te quiere de manera incondicional, que viene, te besa y te dice que eres la mejor: tu hijo.

Gracias SEb por hacerme redescubrir el marada y por gritar "Aventura!!!" cada vez que venía la ola para zambullirte, eso me hizo nuevamente recordar a las viejas "Amor, Libertad, Revolución" (y claro, Felicidad).